EL ANHELO DEL
CORAZÓN DE DIOS Y TÚ
“Porque
Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis
mostrado hacia su nombre” (Hebreos 6:10).
por: Norma Solis Zavala
Sabías que Dios quiere darte mucho
más de lo que puedas imaginar o soñar. Él ha preparado para todos aquellos que
lo aman cosas que nadie jamás ha podido ver, ni escuchar ni imaginar (1
Corintios 2:9). Dios sabe cuales son tus necesidades esenciales (Mateo 6:25-34), así como también sabe cuales son
las peticiones de tu corazón (Salmo
37:4). Hoy quiero hablarte del anhelo del corazón de Dios y del anhelo de tú
corazón.
Para algunos es fácil pedir el
anhelo o petición de su corazón y para
otros le es difícil hacerlo. Lo que mas
pedimos es alimento, ropa, casa, salud, trabajo remunerado, luego intercedemos
a favor de otros; sí estas en el ministerio pides recursos materiales,
humanos; luego sabiduría e inteligencia,
para guiar a su pueblo o para apoyar con
efectividad en un ministerio y hacer su voluntad. Al cabo de algún tiempo te
das cuenta como Adán que estas solo o
sola y ahí comienza el anhelo de tu corazón - lo que llena tu vida - y
comienzas a pedir tu ayuda idónea.
Esta parte intima
y personal tanto de varones como
de mujeres, pareciera que fuera lo primero que te gustaría pedirle y que Él te
responda rápido; pero Dios no siempre obra como tu deseas, porqué Él es quién
ordena tus pasos y aprueba tu camino
(Salmo 37:23). Sus pensamientos están centrados en ti, Él busca tu tranquilidad
y tu bienestar (Jeremías 29:11). Pero Él
requiere de ti fe y paciencia.
Muchas veces nos han hablado de la fe, y a veces olvidamos que fe es confiar en Dios, es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no podamos verlo (Hebreos 11:1). Por fe, sabes que Dios ya tiene “tu ayuda idónea”, pero también Él necesita tu paciencia para que puedas recibir todo lo que ha preparado para ti (Santiago 1:4).
Muchas veces nos han hablado de la fe, y a veces olvidamos que fe es confiar en Dios, es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no podamos verlo (Hebreos 11:1). Por fe, sabes que Dios ya tiene “tu ayuda idónea”, pero también Él necesita tu paciencia para que puedas recibir todo lo que ha preparado para ti (Santiago 1:4).
Así como tú tienes peticiones o
anhelos en tu corazón, también Dios lo tiene. El anhelo de su corazón eres tú.
Necesita tu amor y tu voluntad sujeta a Él (obediencia). Debemos deleitarnos en
Él y Él nos concederá las peticiones de nuestro corazón (Salmo 37:4). Debemos
buscar primero su reino y su justicia y
todo lo demás será añadido (Mateo 6:33). Debemos hacer su voluntad, para
recibir lo que ha prometido (Hebreos 10:35-36).
En la mujer samaritana y María,
podemos encontrar dos formas de amar a Dios. Un amor aprendido por experiencias
ajenas a la suya y un amor verdadero, por pasar tiempo con Él. En que se
diferencian estas formas de amar... En la falta de conocimiento de quién es
Dios, como es Dios, y lo que Dios puede hacer a favor tuyo.
En la historia de la mujer
samaritana (Juan 4:1-42), encontramos tres verdades que motivaron a Jesús
desplazarse hasta Samaria: 1) Darse a conocer - revelarse a ella (v.10).
2) Mostrarle a la mujer que su forma de
adorar a Dios no era como lo establecían las costumbres (v.20-24). 3) Anunciar
el reino de Dios (v.25-42).
Ésta mujer, no conocía a Dios,
históricamente Samaria se había separado política y religiosamente (cuando se
dividió Israel en dos reinos) y solo tenían de la Biblia hebrea el Pentateuco
(Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). Cuando Jesús se da a
conocer a ella, le dice tres cosas: 1) Tú no conoces el don de Dios. 2) Tú no
conoces quién es el que te pide de beber. 3) Si lo conocieras tu le
pedirías y te daría agua que da vida (Juan 4:10). Dios esta dispuesto a darte todo lo que
pidas, y más aún, desea darte lo que da vida. Concederte las peticiones de tu
corazón.
La clave principal en todo el
diálogo que Jesús sostiene con la mujer samaritana gira en torno a su falta de
conocimiento de quién es Dios y cómo es. Ella adoraba por costumbres
aprendidas, por lo que había oído, pero
Dios quiere que vayas más allá de un simple vistazo y lo conozcas realmente.
Cuando Job se quedo sin palabras, Dios se le revelo a él y le mostró todo lo
que era, lo que hizo y lo que hará (Job cap.38 al 41).
Los esquemas preelaborados que tenía la mujer samaritana en su mente
(paradigmas), ajenos a la revelación del conocimiento verdadero de quién es
Dios, y cómo es Él, fueron rotos por Jesús, Él
se mostró a ella, dándose a conocer. Al fin de su conversación, ésta
mujer cambiada por la revelación que recibió de Jesús entro a la ciudad y dijo:
“Venid, ved a un hombre que me ha dicho
todo cuanto he hecho. ¿No será
este el Cristo?” (S. Juan 4:29).
Luego los habitantes de esa
ciudad buscaron a Jesús, querían conocerlo no solo por lo que dijo la mujer,
ellos querían verlo, escucharlo y palparlo. Pasaron tiempo con Él conociéndole
y dijeron: “Nosotros mismos hemos oído y sabemos que verdaderamente es el Salvador del mundo, el
Cristo” (Juan 4:42). Al tener la revelación de quién es Dios y como es; Job dijo: “De
oídas te conocía,
más ahora mis ojos te ven” (Job 42:5) - lo que antes sabía
de ti era lo que me habían contado, pero ahora mis ojos
te han visto, y he llegado a conocerte- Esto es lo que Dios busca de ti, que no
solo sepas que existe, que te ama, sino que lo conozcas.
Nuestro Señor Jesucristo señalo
que era más importante pasar tiempo con
Él, escuchándole y conociéndole. A Marta le dijo: “Estas
afanada y preocupada por muchas cosas; y María ha escogido la mejor parte que
no le será quitada (Lucas 10:39-42). María estaba a los pies de Jesús
escuchándole, conociendo a su Señor. Aquí encontramos dos verdades: 1) Las
preocupaciones de la vida te impiden pasar tiempo con Dios. 2) Dios quiere que
tú estés es cuchándole, conociéndole, para recibir todo de Él.
El conocer a Dios, te dará tanta
confianza que podrás entrar osadamente a su presencia, no solo para alcanzar el
oportuno socorro, sino también para lograr que su voluntad se incline a tu favor.
Abraham, llamado el amigo de Dios, intercedió a favor de Sodoma y Gomorra,
porque Lot y su familia estaban allí. Seis veces Dios le dijo: “No la destruiré por amor a
ellos” (Génesis
18:23-32).Cuando fue probado, ofreció a Isaac, “Porque sabía que Dios
era poderoso para levantar aun de entre los muertos”
(Hebreos 11:9).
El conocer a Dios, no solo hará
que su voluntad se incline a tu favor, también podrás detener sus juicios, si
fallas y te arrepientes. Cuando David, el dulce cantor de Israel, censo al pueblo, apelo a la misericordia de
Dios y dijo: “Prefirió estar en las manos de Dios, porque sus misericordias son
muchas en extremo, que caer en las manos de los hombres”
Cuando el ángel fue enviado a Jerusalén para destruirla, miró Jehová y se arrepintió de aquel mal y
detuvo la mano del ángel para que no destruyera a los pobladores de Jerusalén
(1Crónicas 21:1-27).
El conocer a Dios no sólo te da
confianza, también seguridad para obtener todo lo que tu corazón anhela. En la
historia de Eliseo y la mujer sunamita (2 Reyes 4:8-37), observamos a una mujer
cuyo anhelo era tener un hijo, pero le era
difícil pedirle a Dios; y como ella no pedía, Dios tuvo que usar al
criado de Eliseo, para que revelara al profeta cual era la petición de su
corazón. Eliseo le dijo: “El año
que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo”. Ella sorprendida dijo ¡No
se burle de mí! No era incredulidad, ella había perdido toda esperanza de tener un hijo, aun que amaba a
Dios y creía en Él,
ella no se atrevía a pedir lo que anhelaba su
corazón. Pero Dios le dio un hijo y cuando el niño creció murió, ésta mujer
activo su fe en Dios, sabía que Él se lo había dado para deleitarse siendo
madre e iba a Él para que se lo devolviera y Dios le devolvió a su hijo vivo. Sara, cuando Dios ya iba a cumplir su promesa
se dijo así misma “¿Tendré
deleite, siendo también mi señor
ya viejo?”
(Génesis 18:12). Aun que se río, Dios le confirmo el cumplimiento de su promesa y se deleito siendo madre 37 años (Génesis 21:6-7, 23:1)
Cuando Dios quiso asegurar a
Abraham que cumpliría su promesa, juro por si mismo, para darle lo que había
prometido y mostrar a los herederos de la promesa (a ti y a mí) que Él no
miente y no cambia. Esto nos consuela fuertemente, porque confiamos en que Dios nos dará lo prometido. Esta
confianza nos da seguridad, es el ancla de nuestra alma, que nos mantiene firme
y estable en nuestra posición. Jesucristo nos da esta confianza porque Él traspasó el velo y
entró al lugar Santísimo y nos dejo libre el camino hacia Dios, y es nuestro
Sumo Sacerdote (Hebreos 6:17-20). Él intercede por ti, no solo para que seas
librado, sanado, prosperado, sino también para que Dios te conceda lo que
anhela tu corazón. Por eso Jesús dijo:”Sí
permanecéis en mí, y
mis palabras en vosotros, pedid todo lo que queráis y será hecho” (Juan 15:7).
El conocer a nuestro Dios, nos
dará seguridad, confianza y gozo completo (1 Juan 1:1-4), Él va a cumplir todas
sus promesas y entre ellas esta el anhelo o las peticiones del corazón. “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el
trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre”
(Hebreos 6:10).
Sí este mensaje ha edificado tu vida, envíalo
a otras personas, que como tú y yo, estamos firmemente establecidos en
Jesucristo, quien nos da confianza para obtener todo, todo lo que Dios ha
preparado para nosotros. Dios te bendiga abundantemente.